En los años sesenta los bogotanos disfrutaban con la música de Pacho Galán, Los Hermanos Martelo y Lucho Bermúdez en los clubes y grandes salones de baile de los principales hoteles.
La ciudad, de un momento a otro, tuvo 2 millones de habitantes, producto del desplazamiento por la violencia partidista, el centralismo de la educación y las oportunidades laborales.
De todas las regiones llegaron jóvenes ávidos de futuro y no podían faltar los animosos de la costa Atlántica. La ciudad era fría, tal vez demasiado por la cercanía de los páramos de Chingaza, Sumapaz y Guerrero. La neblina era compañera de las mañanas de miles de trabajadores y estudiantes.
La ciudad crecía en todas las direcciones, pero también recibía nuevas culturas, pensamientos, creaciones y sobre todo música.
Baladas, rock and roll, twist, música yeyé y gogó llamaron la atención de los jóvenes del momento. The Beatles fue la sensación y los siguieron hasta el cansancio. Los fanáticos poco entendían inglés, pero sabían las letras de las canciones de los cuatro ídolos de Liverpool.
De Medellín llegaban las grabaciones de Los Corraleros de Majagual, Alfredo Gutiérrez, Los Teen Ayers, Los Graduados, Los Rivales y Los Hispanos.
Pero, además, un nuevo género musical comenzaba a sonar en los barrios del sur de la capital: el vallenato.
Ya Julio Torres había hecho la introducción con su conjunto “Los Alegres Vallenatos” y sus temas como “Los camarones”, “El aguacero”, “El sancocho” y “Pompinio” eran himnos decembrinos y eran, además, un estilo muy “cachaco” de interpretar el vallenato.
El término “cachaco” comenzó a emplearse por aquello de usar CA-misa blanca almidonada, CHA-leco y Co-rbata.
Los llegados de otras regiones, a pesar del frío, escasamente usaban una bufanda y casi nunca, una ruana.
De Valledupar llegó un voluminoso grupo de muchachos con deseos de estudiar Derecho, principalmente, en las universidades Libre y Externado.
Además de su dedicación por las leyes, en la sangre llevaban las canciones de sus ancestros y la alegría de cada una de sus canciones. Sus encuentros ocasionaban parrandas que eran miradas con extrañeza por los capitalinos. No comprendían cómo podían cantar y tocar por varios días tocando acordeón, caja y guacharaca.
Nació así el primer conjunto vallenato en Bogotá. Lo llamaron Los Universitarios.
La voz cantante la llevó Pedro García, quien años después sería comisario de Policía, Víctor Soto, quien tocaba el acordeón, Reynaldo López fue el primer guacharaquero, Esteban Salas fue el corista y en la caja estaba Pablito López, quien luego sería rey vallenato, reconocido, renombrado en muchos eventos de la vida vallenata.
Los Universitarios estuvieron en el programa “El rincón Costeño” que orientaba en Radio Continental de Todelar, el gran Miguel Granados Arjona, pero, además, fueron los pioneros en grabar vallenato en capital. Con el sello Vergara y luego con Orbe hicieron sus primeras producciones.
Fueron tan famosos que cuando el presidente Carlos Lleras Restrepo creó el departamento del César y nombró como primer gobernador al doctor Alfonso López Michelsen, los invitaron a tocar vallenato en el salón elíptico del Congreso. Tal vez fueron los primeros también en dominar con sus voces y sus sonidos de caja, acordeón y guacharaca aquel recinto de las leyes.
Pedro García, con Los Universitarios, grabaron para Orbe un álbum titulado “La muerte de un corsario” y tenía, además de ese tema, “Vengo de la montaña”, “La pérdida de mi corazón”, “María Rodríguez”, “El Alazanito”, “Canto al Tolima”, “Panorama Vallenato”, “Teresa”, “La ilusión”, “Mariposa”, El Caminante” y “Margarita”.
Con esta primera producción Los Universitarios fueron recibidos en programas de “Radio Santa Fe”, “Cordillera”, “Nuevo Mundo” y eran invitados a parrandas donde los vallenatos daban a conocer también comidas como el queso costeño, el suero y otros manjares, desconocidos hasta el momento en Bogotá.
Luego Pedro García, con Los Universitarios, grabaron un trabajo discográfico para el Sello Vergara, titulado “Carmencita”.
Incluyó las canciones “El clavelito”, “Ramillete de amor”, “El borrachón”, “Carmencita”, “El hombre con dos mujeres”, “Rayito de luna”, “Canto al soldado”, “Estaba solito”, “Morena de ojos verdes”, “Me gustan todas” y “La negra Fundación”.
El Sello Vergara, buscando una segunda inspiración después de Julio Torres, les grabó a Los Universitarios un álbum titulado como “Sabor tropical”.
El vinilo contenía temas en cumbia y porro como “El gavilán”, “La caña brava”, “Ay amor”, “La argolla”, “Llora llora”, “Amor de los pobres”, “Cuando sale el sol”, “Alegría de la montaña”, “Canto al Tolima”, “Marcelina y “Mi ranchito”.
Los Universitarios consiguieron sus títulos universitarios y determinaron seguir vidas separadas. Gracias a estos primeros pasos, a sus integrantes, les dieron ánimo a otros cantantes como Jorge Oñate y Poncho Zuleta para que organizaran sus conjuntos vallenatos.
Muchos dicen que el vallenato nació en Bogotá en la Educación Superior y es verdad, porque todos fueron universitarios.