El magistral músico cubano Roberto Torres con su Charanga Vallenata, por ejemplo, grabó tres producciones con al menos 18 canciones de compositores vallenatos y en las discotecas del mundo se oyeron sus interpretaciones de “El cantor de Fonseca” de Carlos Huertas, “El viejo Miguel” de Adolfo Pacheco, “039” de Alejo Durán, Berta Caldera de Bienvenido Martínez, “La Casa en el Aire” de Rafael Escalona, “La negra” de Beto Murgas y “Señora” de Rafael Manjarrez, entre otras.
El Gran Combo de Puerto Rico también ha estado pendiente de las obras vallenatas y se recuerdan temas de sus presentaciones, incluso en el Carnaval de Barranquilla como “Nido de amor” de Octavio Daza, “Matilde Lina” de Leandro Díaz y “Por ella” de Esteban Montaño Polo, por recordar.
La lista continúa.
¿Cuál fue el primer vallenato en salsa? Hay discusiones sobre la pregunta. Desde luego que algunos se remontan a los trabajos que hicieron Los Corraleros de Majagual en Discos Fuentes, como una antesala para lo que haría luego Julio Estrada “Fruko” con su agrupación y la inclusión de voces como las de Wilson Soaco y Joe Arroyo.
A finales de los años sesenta y principios de los setenta, la salsa llegó para quedarse en el corazón de los melómanos y de los amantes de la buena música. Puerto Rico entregó al mundo al Sonero Mayor, Ismael Rivera. ¡Qué músico! Es, desde luego, uno de los padres de ese movimiento salsero que ha perdurado por décadas.
Con su estilo, su voz, sus letras, su forma de cantar en la tarima y sus decenas de anécdotas e historias de vida lo convierten en todo un personaje de la música.
Por esos mismos años en Bogotá transitaba el “Trovador ambulante” como le decían al maestro compositor, cantante, abogado y relacionista Pedro García Díaz.
El inquieto vocalista –que incluso tocaba acordeón para amenizar algunas parrandas— no desperdiciaba tiempo para hablar de vallenato.
Fue comisario de policía, asesor de políticos, directivo de Sayco, organizador del tercer Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar, ganador de la canción inédita, conversador, productor, amigo de músicos, gente de radio y de los discos. Era un relacionista de tiempo completo.
En 1970 le entregó la composición “Dime por qué” al maestro Alfredo Gutiérrez quien la mostró en Codiscos y la grabaron en los estudios de Medellín.
El álbum se tituló “Matilde Lina” y además de la canción del maestro Leandro Díaz, se grabaron temas como “El quedao” de Alfredo Gutiérrez, “El ramillete” de Abel Antonio Villa, “Cuando un amor se aleja” de Alfredo Gutiérrez, “El troyano” de Juan Severiche y “Dime por qué” de Pedro García cerraba el lado A.
En el lado 2 estaban “La primera novia” de Alfredo Gutiérrez, “La que se va” de Leandro Díaz, “Angelito” de Alfredo Gutiérrez, “Indiferente” de Freddy Molina y “Acuérdate” de Enrique Aguilar.
Los dos grandes temas que tuvieron resonancia nacional fueron “Matilde Lina” y “Dime por qué”.
El paseo de Pedro García gustó entre los enamorados de aquellos años, los despechados le dieron apertura a sus corazones con esa idílica canción.
En Puerto Rico, por aquellos años, Ismael Rivera no pasaba por sus mejores momentos. Ismael, oriundo de Santurce, ya era reconocido en el mundo salsero y de la canción.
Tenía un historial de años con su gran amigo Rafael Cortijo. Impusieron grandes éxitos como “El bombón de Elena”, “Déjalo que suba”, “El negro bembón, “Tuntuneco” y el súper hit “Quítate de la vía Perico”.
Ismael tenía su estilo, su forma de ser y la gente lo quería. Fue rechazado en el ejército de los Estados Unidos porque no hablaba bien inglés, había sido lustrabotas, obrero, pero su vida era la música. Cantaba con la clave y si no la tenía, la llevaba a sus manos.
Miles de vocalistas le seguían por sus pasos de baile, por la forma como cogía el micrófono y, desde luego por sus canciones.
En 1962, en un viaje de regreso a Puerto Rico, las autoridades encontraron cocaína en su equipaje, los jueces lo condenaron a pagar una pena de 43 meses en la cárcel For Konx en Kentucky.
Allí, en medio de su dolor, escribió “La Tumbas”, tema que Bobby Capó recordó a los seguidores de Ismael.
A la salida del penal montó su agrupación, laboró acá y allá. Fueron años difíciles, pero en 1972 grabó tres temas esenciales en su carrera: “Traigo salsa” –donde ya clasificó definitivamente el ritmo--, “Maña maña” –que años después los Muppets lo volvieron himno—y “Dime por qué” del maestro Pedro García Díaz.
Esta versión la recibió con gran alegría Pedro porque ya era una manera más de universalizar el vallenato. En Puerto Rico y en muchas otras latitudes, incluso en Google, consideran que “Dime por qué” es de autoría de Ismael, pero lo cierto es que fue Pedro quien hizo esa magistral obra.
Después de Ismael, vinieron otros artistas como Jorge Oñate y Gilberto Santa Rosa.
Muchos bohemios repiten en sus encuentros aquellos momentos y piensan cómo debió ser aquella historia de amor que sirvió de inspiración a Pedro García Díaz.