Un Vallenato para Paloma San Basilio

Una de las grandes figuras del sello discográfico español Hispavox en la década de los ochenta fue Paloma San Basilio.

Cantantes como Raphael, Juan Pardo, Massiel, Daniela Romo, Enrique y Ana, José Luis Perales, Bertín Osborne y Mari Trini figuraron en esa ilustre nómina de la balada mundial.

Codiscos tenía los derechos para la distribución y difusión de Hispavox en Colombia. En Medellín, Álvaro Arango, Marco Efe Eusse y Fernando López, entre otros, organizaban los planes de producción y promoción de cada una de estas figuras.

Las llevaron a certámenes como el Reinado Nacional de Belleza y a los musicales de televisión del momento: Espectaculares Jes, El Show de las estrellas y El Show de Jimmy.

En 1980 Paloma presentó el musical titulado como “Evita”. Fue el suceso artístico de ese año y desde ese momento, la atención mundial puso la mira en esta extraordinaria mujer de talento y voz.
En Colombia, el mundo de los conciertos apenas comenzaba. El empresario caleño Enrique Quintero hizo empresa con Armín Torres para contratar a los primeros baladistas de talla internacional.

Los escenarios eran muy escasos. Los coliseos de El Campín en Bogotá y El Pueblo, en Santiago de Cali, no proporcionaban las condiciones esenciales de acústica. Entonces buscaron plazas de toros, canchas de fútbol y salones de baile en los clubes sociales y en hoteles.

De tal forma, Paloma cantó en el salón rojo del Hotel Tequendama, el salón Dorado del Hotel Nutibara de Medellín y en la piscina del hotel Intercontinental de Santiago de Cali.

Para unas próximas presentaciones se buscaron los teatros como el Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá, Jorge Isaac de Santiago de Cali y el coliseo Iván de Bedout en Medellín.

El sonido, para este tipo de conciertos, era improvisado y gracias a la pericia de varios ingeniosos maestros se ofrecían espectáculos en tarimas en los Estadios de Fútbol de Bogotá, Medellín y Cali.

De hecho, el Super musical “Evita” fue la sensación en España, México, Estados Unidos, Puerto Rico, pero en Colombia, por el montaje que se requería, no pudo presentarse en el país.

Enrique Quintero y Armín Torres lo intentaron, pero no fue posible.
Determinaron entonces traer como solista a Paloma, quien ya era popular en España y otras latitudes con canciones como “Juntos”, “La hiedra”, “Inmenso”, “Dama”, “el aire del sábado tarde”, “Bailando”, “Unas vacaciones” y desde luego, “No llores por mí Argentina”.

Gracias al carisma de Paloma, obtuvo muy pronto portada en las principales revistas, periodistas del espectáculo, locutores radiales y comunicadores de televisión, acudían al aeropuerto El Dorado a recibirla. Incluyendo, además, a decenas de fieles seguidores de la vocalista de grandes ojos y sonrisa eterna.

Para su presentación en enero 29 de 1992, en el Hotel Tequendama de Bogotá, ella quiso interpretar algunas canciones colombianas. El empresario Fernando Plaza le mostró el bambuco “La ruana” del maestro José Macías, “Yo me llamo cumbia” de Mario Gareña y el vallenato “La casa en el aire” del maestro Rafael Escalona.

Armín Torres dio su aprobación, Fernando López de Codiscos aceptó la propuesta de los temas y el maestro Mario Cuesta, director de la agrupación de Paloma en Colombia, hizo los arreglos musicales pertinentes.

La oficina de Armín contactó al maestro Escalona para que asistiera como invitado especial. El compositor y máximo exponente de la creatividad vallenata, apareció allí con su inseparable abrigo, su sombrero Barbisio y su impecable vestimenta.

Cuando Paloma estaba a mitad de concierto, comentó que deseaba hacer un homenaje a Colombia, al vallenato y, desde luego al gran compositor y amigo de Gabriel García Márquez a quien ella admiraba de sobre manera.

El maestro se puso de pie, se quitó el sombrero con el que hizo una venia, el público aplaudió hasta cuando sonaron las notas de “La Casa en el Aire”.

Paloma lo conquistó de inmediato. Con gran alegría siguió cada una de las notas, las frases y con su mano derecha llevaba los compases contra la mesa del Salón Rojo. Estaba feliz.

Al finalizar la presentación, él pidió unos minutos para agradecer a Paloma personalmente y se dirigió a su camerino. Se saludaron de beso en las mejillas y el maestro, conturbado por la emoción, agradeció el gesto de la estrella, la invitó a Valledupar y le prometió que le escribiría una canción.

Paloma llevó en su repertorio “La casa en el aire” y “La ruana” a sus presentaciones en los días siguientes Medellín y Santiago de Cali. En otros escenarios internacionales repetía la inolvidable canción mágica de Escalona.

Pasaron los meses, los años y los días y el 22 de mayo de 2001, en una rueda de prensa en Bogotá que ofrecía Paloma San Basilio, el maestro llegó con un conjunto, pidió la palabra para elogiarla

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